29.10.15

Voy a tomar té. Me voy a sentar en la cama y voy a desparramar los apuntes sobre el acolchado de colores, porque eso hago, eso sé hacer, superar los ataques de pánico respirando hondo y tomando una taza de té con humito que me empaña la nariz. Y no voy a pensar más. Y todo se va a acomodar, aunque sea una catarata, remolino, tormenta de cosas que pasan o que llegan y se quedan, incluso sin consultarme si yo quiero, pero ahí están, saludándome desde el escenario de lo impredecible. Todo es impredecible, todo lo que antes tenía etiqueta, lugar específico y clasificación por autor. La única decisión tomada es la del pasaje del vuelo, porque tiene fecha de ida y de vuelta, pero ni siquiera estoy segura de poder viajar del lado de la ventanilla para sacarle una foto al ala del avión. Que en menos de un año me recibo parece un delirio místico, y sin embargo sí, boluda, te recibís el año que viene. Y, si lo pensamos, tiene sentido, es lo que pasa después del cbc y 5 años y medio de carrera.
Tengo deseos fuertes de escuchar "¿Dónde están los ladrones?" en el walkman mientras tomo una taza de nesquick con melbas y después irme a jugar al elástico con mis amigas del cole.