Llueve. Mucho. Muchísimo. Lo único que me molesta es no tener botas de lluvia para chapotear.
La gente se mete abajo de los techitos y me queda la vereda casi entera para mí.
Las mujeres a mi alrededor (la mayoría) se quejan dela humedad, del pelo, del frizz. A mí me parece que el pelo enlluviecido es bastante sensual.
El café es más rico con lluvia.
La música suena mejor si entre canción y canción hay un "clin, clin, clin" en la ventana.
La ciudad se vuelve un poco más poética con lluvia.
Con lluvia todo es más visceral: la gente que se quiere se ama más, la gente que está sola se ve más sola en cada gotita. La gente malhumorada se potencia y la gente buena onda sonríe más.
Soy repetitiva, es la tercera vez que repito lo mismo, y es que cada vez lo siento (juro que siento).
Hoy lo pensé después de armar la vidriera de chicos, parada en la puerta del negocio, mirando para afuera a la tarde oscurecida muy temprano y a la gente desesperada por un milímetro de techo, pensando que los autos cuando llueve son más autos que nunca. Hoy lo pensé de nuevo: no queda otra, es magia lo que llueve.
2 comentarios:
Qué bueno!!! Me gustó mucho, la frase final sobre todo "es magia lo que llueve"...
Me gustó mucho. Es lindo encontrar en cosas sencillas algo especial.
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