23.9.12

garabato

Tengo la cabeza hecha un garabato y, a pesar de eso, no puedo escribir. Me sale todo desordenado. Oraciones unimembres, ideas inconexas. Ya fue.
Una amiga me contó que haciendo preguntas en un grupo de fb de la facu un pibe la agregó y empezaron a hablar y pegaron la mejor y la invitó a salir. A mí nunca me va a pasar eso. Y yo quiero que me pase, quiero magia.
Tengo un miedo. Es un miedo puntual que me aterra y yo sé que está, pero como no se lo dije a nadie ni lo escribí en ningún lado ni lo dije en voz alta mirándome en el espejo, es como si no estuviera del todo, pero está ahí, me dice holi todas las mañanas y me persigue todo el día. Y no me animo a decirlo porque va a ser demasiado real, más real que la realidad que puedo manejar ahora.
Igual el hecho de que esté la entrada de Norah Jones mirándome en la parte de atrás de mi agenda hace del mundo un lugar mejor. Y el postrecito Ser de lemon pie también.
Y me regalaron una perrita, es una bola de pelos que rebota por todos lados y que me hace sentir cosas que no sabía que podía sentir porque cuando era chiquita los perros me daban mucho pánico y hasta hace poco no me gustaban y cuando empecé a querer uno era porque quería que terminaran de gustarme. Ella se llama Olivia y la amo. Y se duerme arriba de mi pie y tiene su cama en una caja de zapatos enorme que es como un duplex para ella. Y una soguita de muchos colores. Y un par de medias. Y me chupetea las manos cuando termino de comer chocoarroz. Y se patina cuando corre.
Y amo mi facultad y estoy enamorada de mi carrera. Tan enamorada como asustada.
El ambo sensual. Los pasajes a Londres. Pelos de Olivia por toda la casa. Películas, series. El libro. La ropa nueva. El llanto por la calle. La envidia, la sana y la otra. Los kilitos. Las canciones. Los proyectos. Que francés. Que la ayudantía. Que jazz. Que el hospital. Que el verano. Que las vacaciones. Que esto y que lo otro.
Un hombro, una almohada, un peluche, una caricia, un café. Dos.

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