16.7.14

Cuando la seguridad de querer quedarse es barrida por la duda de no saber de dónde salió esa seguridad de querer quedarse. De pronto suena descabellado pensar en irse cuando se estaba tan seguro sobre quedarse. Pero quedarse pareciera ser la única opción, porque irse no debería estar siendo una alternativa ahora. Pero, entonces, ¿a quién corno le importa lo que debería y lo que pareciera, si se habla en subjuntivo? ¿Cómo puede estarse firme sobre algo, si las certezas se desarman como algodón de azucar? Quizás, ahora, las dudas sean una base más fuerte para sostenerse, para caminar y para despegar que las certezas. Puede que, haciendo cambios sobre la marcha, el resultado sea más dulce y menos calórico a la vez. Puede que los signos de pregunta y los puntos suspensivos sean más amables que el punto seguido o el punto y a parte, siempre y cuando haya una coma, dos comas, las comas que sean necesarias para poder respirar, frenar el discurso. Siempre y cuando haya punto y coma para espaciar conceptos distintos que hablan de lo mismo, es posible que los dos puntos dejes vislumbrar otras cosas, distintas a las de la página anterior. Es, en efecto, evidentemente mucho más satisfactorio encontrarse buscando respuestas a dudas nuevas sobre tópicos osados, no tan prolijos y un tanto irreflexivos, que mantenerse inmutable, como estatua, pétreo, atemporal y constante, considerando siempre, una y otra y otra y otra vez la misma premisa obsoleta, arrugada y con enagua de abuela.
Es, indudablemente, muchísimo mejor reemplazar las vedettinas de florcitas por tangas de encaje y colaless con brillo. 

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