21.6.15

Si fuera enfermedad, artritis reumatoidea.
Si fuera célula, dendrítica.
Si fuera bebida, jugo de naranja con mucho hielo.
Si fuera lugar, un banquito en el medio de Russell Square.
Si fuera comida, arroz blanco con mucho queso rallado derretido.
Un color, violeta.
Un momento guardado, el primer aliento en Edimburgo.
Un momento semanal, el recorrido hasta jazz.
Un sonido, la lluvia a la madrugada, el principio de "Bette Davis eyes", de "Samson", escuchar tu voz diciendo "hola china".
Me quedo con tu voz, con tu sonrisa y con cada uno de los clichés. Me quedo con las coreografías que al final terminaron saliendo. Me quedo con "gracias por la paciencia, entendí todo". Me quedo con que en agosto. Me quedo conmigo. Me quedo con el café con leche en la taza de la vesiculita. Me quedo con los reencuentros, con la emoción de la melancolía. Me quedo con los Backstreet Boys y con Regina Spektor. Me quedo con la comida china, los fideos, el asado, las batatas al horno y también con las arrocitas con Finlandia light y la barrita dietética. Me quedo con los que están, aunque estén dos veces por año. Me quedo con los que tratan de entender. Me quedo con no ponerme más excusas, me quedo con respirar hondo, bancarme la taquicardia y comerme el mundo en un dibujo, en una coreo, en una consulta de 15 minutos, en un beso, en una clase. Me quedo.

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