21.9.15

Está buenísimo porque abrazás los cambios con toda la felicidad y el entusiasmo del que sos capaz, pero de pronto parás un rato y, sin querer, no podes evitar preguntarte quién sos, si seguís siendo la misma a pesar de todo. Qué te define... ¿Jazz? ¿El amor por la medicina y aburrir a otros con explicaciones científicas? ¿Lo que escribís? ¿El amor por viajar, por Londres? Porque si no es eso, entonces sos otra. Parás un rato y te ves saliendo a correr cuando tenés un rato libre, prescindiendo del rivotril casi por deporte, sintiéndote una bomba sexual, coincidiendo con la afirmación de que hace mucho que no dormís con alguien, hablando de las guardias como si fueran tu segunda casa, tomando decisiones que antes te hubieran parecido impensables, eligiendo no repetir patrones que antes ni siquiera notabas que existían. Y entonces llorás, un poco para ver si seguís siendo vos y otro poco porque en algún momento del camino hiciste ese click que te metamorfoseó en esta que sos ahora y que te encanta, pero que dista tanto de la que fuiste siempre que te asusta. Pensás que aguante todo y te lo creés, aunque no esté todo exactamente ordenado. Y de eso se trata, del desorden un poco y bien. Y ni siquiera entendés cómo es que estás escribiendo esto.