1.10.15

Todo gira, todo cambia. Por eso estás mareada y los pantalones te quedan grandes, incluso te queda grande el ambo 38. Todo cambia (excepto el hecho de escribir con una taza de café al lado). Hay sol: termino de estudiar los temas que programé y salgo a correr, ¿quién lo diría? Hace unos meses eras el ser mas indeseable de la tierra, hoy tenés para elegir. Hace unos meses eras la estudiante de medicina más inoperante del planeta, hoy te subís al taxi y decís que venís de trabajar y hacés todo lo posible para no faltar a una guardia. Hace unos meses estabas obesa, hoy te comprás remeras ajustadas con la panza al aire. Eso me dijo mi psicólogo, mientras se reía y hacía gestos que imitaban mis caras.
Todo se resume en haber hecho esa impro tan genial de Dust in the wind, en jazz, y en estar marcando One time. Es como si todos los astros se hubieran alineado mágicamente de golpe, de pronto. De pronto es obvio que no dependés de nadie más que de vos (?!), ¿no será demasiado? Obvio, de a ratos. Está eso de que si generás buena onda, la buena onda vuelve, pero es demasiado. Me están dando la buena onda de alguien más, no puede ser que todo esto sea mío, ¿no? O capaz sí. Capaz alcanzaba con poder disfrutar de esto, de la taza nueva, del café con sol, de escribir y estudiar y salir a correr y hacer planes para el fin de semana, capaz era eso y capaz estuvo siempre (probablemente).