31.12.16

Balances que casi no importan, que no existen.
Lo que estaba bien va a seguir estando bien, lo que estaba mal no va a solucionarse cuando todos brindemos por el primer segundo de un 2017. Los aprendizajes no tienen fecha de entrega, los hice en noviembre, seguiré haciéndolos en enero, no necesito el último día del año. Es todo un continuado, una seguidilla de días, un día es un día más, al día siguiente todos comemos vithel tonné, pan dulce, chocamos copas mirándonos a los ojos, festejamos que se va una lista de cosas que queremos dejar atrás, que viene una caja llena de expectativas.
Me voy a poner un vestido y sandalias, sí, claro que sí. Voy a comprar estrellitas y voy a subir a la terraza con mi primo a ver los fuegos artificiales y a hacer balances mentales que me hagan sentir mejor conmigo misma, llena de energía, una energía que se va a empezar a diluir entre cerveza y champagne cuando salga con mis amigos a una fiesta cualquiera. Y mañana va a ser puro sueño y domingo. Como todos los domingos. La diferencia es que desde el lunes, cada vez que haga recetas en la guardia, por los próximos 365 días, al final voy a poner 17 en lugar de 16, y cuando me confunda voy a hacer algún comentario trillado sobre cómo pasa el tiempo y demás lugares comunes donde todos nos entendemos y empatizamos.
Feliz comienzo de 2017 a mí. Chin chín.