14.3.17

Algún día, quizás, puede que te encuentres en un lugar en el que jamás creíste que ibas a encontrarte y, sin embargo, ahí estás.
Sola, claro, porque a pesar de todos esos seres de luz que te rodean, las decisiones son tuyas y, al final del día, solo vos llevás el peso de las consecuencias de esas decisiones que tomaste.
Y está bien, ahora. Porque ya entendiste que es imposible pensar que podés controlar algo, porque nada de lo que quisieras depende de vos. Está caído el sistema, la señora te dijo que venía haciendo dieta pero tiene 7,2% de hemoglobina glicosilada. Creíste que había encontrado una solución temporal, una forma de estar estable, y de pronto la situación en loop, otra vez la vida cagándose de risa en tu cara y diciéndote uosaaaaaa. Y es así, entender que el caos es la constante, que lo que creés que controlás en realidad no. Porque no controlamos a nadie, porque todos hacemos y deshacemos basados en principios propios que, por mucho que puedan parecerse a otros, son distintos, siempre distintos. Si ni siquiera nos controlamos a nosotros, que un día somos estallidos de felicidad y buenas vibras y de pronto algún instinto nos emboca una patada en la columna y nos hace entender que no era todo tan rosa y perfumado. Y así estamos. Estoy. Caótica como nunca, con decisiones que no quiero tomar y que, muy a pesar de lo que quiero o dejo de querer, me tocan el timbre y me exaltan a la perrita que ladra y no me deja evadir. Lo bueno es que mi trámite de título está iniciado y en algún lado ya coexiste mi nombre con la palabra "Médica", y eso está bien.
Pienso en mi sello que va a ser lila. Pienso en ser una médica hermosa con zapatos hermosos y ropa divina y el guardapolvo encima y tanto conocimiento que me crezca el cráneo. Pienso en todo eso y está bien. Pero decidir cosas que una no quiere decidir no está tan bien, y entonces todo se vuelve monótono, todo gira en torno a esas poquitas decisiones que se comen todo. Y no quiero, y trato de que no: me propongo ser la que se fue a rotar afuera, la que nadó de la orilla de una playa hasta la islita de más alla en ropa interior, con cuatro personas rándom, me propongo ser la resolutiva, la sonriente 24/7, la que canta por la calle y disfruta de las miguitas de alegría en el medio del caos. Me propongo practicar ser la médica que quiero ser.
Un alprazolam, una copa de vino blanco, dos capítulos de Friends.