22.5.15

preguntas retóricas irónicas simbólicas ónicas óricas

¿Dónde estás? ¿Te perdiste? ¿Te querías perder o estabas por encontrarte? ¿Qué querés?
¿Preferís así o como antes? ¿O preferís seguir probando? ¿Cambiando, caminando, volando?
¿Quién sos? ¿Quién eras? ¿Qué hacés así, llorando? ¿No querés ese chocolate, ese pedacito de tarta que está en la heladera, pedir comida china? ¿No querés todo lo que querías? ¿Querés o no querés que lo que querías no te quieras a vos? Ah, cómo cambia las cosas eso, eh.
¿Qué pasó? ¿No sabías que la excusa era una excusa? No vale el touch and go. Elegís, te comprometés, ¿sos una pelotuda? Que te lo diga otro. Vos callate, que nadie te preguntó.
Y si no podés, no podrás. Que te lo digan, que te digan que no servís para esto, que te digan que sos una inútil, que no podés seguir con esto, que te vayas a hacerle las manos a la gente de barrio norte, que te digan que esto que querés no podés. Pero que te lo digan, escuchalo de afuera, con la voz de otro, con otro tono, uno distinto al rumiativo de tu mente, el eco eco eco eco eco que retumbatumbatumba. Tumba. Tumba lo que querés hacer sin dejarte probar. Gila, Giiiila.
Callate vos, callate, que acá nadie es esquizofrénica, no hay tal psicosis, nadie te dice nada.
Entonces te callás. Dejás. Mutis por el foro y te das lugar. A la bailarina, a la de ambo, a la que investiga, a la que labura para comprarse ropa e ir al cine con el novio.
Chito la boca. Y Sanseacabó.

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