19.6.16

Hace un año era todo nuevo, iba a ser todo más nuevo, había cambios que iban a ser más cambios y nunca me hubiera imaginado qué tan cambios iban a ser. Hace un año era todo una hecatombe de colroes y de novedades, de principios y de cierres, de tanto y de todo.
Ahora más o menos también. Ahora todo eso y me recibo. Hace un año... ¿y hace dos, tres, cuatro? Nadie te prepara para nada, manejate como puedas, ¿puedo? Asumimos que puedo, porque llegué hasta acá y de última hay bastantes cosas que están donde está bien que estén. Otras que no tanto, otras que ni de joda. Pero, a diferencia de la sarasa que circula permanentemente por todos lados, si hay algo que sobra es tiempo. Sí, pueden pasar mil cosas imprevistas, pero básicamente no es probable. Y entonces ¿para qué acelerar más? Hay tiempo. Tiempo me sobra y ahora, realmente, lo tengo todo para mí. Todo el viaje para broncearme y ser extranjera pintada de sonrisas, toda la vida para ser mejor médica que todas mis expectativas obsoletas, mejor mina que todos los estereotipos de mi mente, mejor bailarina que cualquier médica que hace danza, mejor. Todo el fin de semana para hacerme bolita al lado tuyo, respirar tu voz de trueno y que tus ojos de túnel infinito se me impregnen en la piel. Mejor para mí. Para uno que me reacomodó todas las perspectivas. Para mí de nuevo.  
Siempre mejor.