29.8.16

De repente todo lo que era intenso es insignificante, porque de repente te recibiste (¡!), te fuiste a Europa, volviste para dedicarte a no ser estudiante, vas a preparar el examen de residencia y tenes cataratas de amor en formas geométricas que no sabías que existían.
Intenso eso de que te estén tirando huevos y acrílicos de colores y que te disparen con papelitos metalizados en forma de corazón y que sea julio y haga muchísimo frío y sin darte cuenta tomar perspectiva como para ver la foto de afuera y ver que vos sos esa. Ver que sos la que en primero lloraba por los parciales de anato, por no tener nada de qué agarrarte, por los kilos siempre de más, por el encierro adentro tuyo. Verte desde la mirada de la que entraba los viernes a las 6 de la tarde a cursar y ni se atrevía a soñar con el enchastre de haber llegado a destino y gracias por volar con nosotros. Y, sin embargo, ahí estaba yo, subida a caballito del tipo que ahora me dice "no entiendo por qué no ves que vas a ser una médica del re carajo" y que, a caballito, me llevó corriendo desde el hall del Clínicas hasta la plaza, que se intoxicó para poder regalarme mi primer consulta telefónica estando recibida (¿?), que me hizo girar como un trompo de lentejuelas en mi fiesta de recibida y que me regaló el placer de sentirme admirada por alguien a quien no podría admirar más.
Verte desde enfrente, habiéndole ganado a los cucos (algunos, como se pudo, sin prolijidad pero sin parar).
Y después más: verte sentada en la orilla de un río cualquiera que pasa por Lisboa una noche de verano para teñirte las pestañas de caminitos iluminados allá a lo lejos; verte desordenar el pelo por un viento furioso en el punto más al oeste de Europa; verte devorar con goce absoluto platos de manjares que todavía te pintan las papilas. Verte acá y ahora, estudiando cosas porque te interesan y porque querés, y no para rendir ni para demostrarle nada a nadie. Nada a nadie excepto todo a vos misma. Tu mundo, tus riendas. tu huso horario, tus tiempos, tu propia sintonía, tu propia orquesta. Y ahora no es que ahí vamos, es que ya estamos yendo, bailando, gritando, jugando, apostando.