1.8.17

te escribo una carta

Te escribo una carta, que es más para mí que para vos, porque no importa que vos la leas, importa que yo la escriba, que dibuje con palabras bonitas los miedos tan miedos que se fueron diluyendo un poco (y otro poco no), que hicieron que quisiera esperar, o esperar hasta ahora o hasta dentro de poco, o de mucho, pero que hicieron que no pudiera escribirlos si no estaban un poco más diluidos por tiempo, por esa erosión magnífica e ineludible, porque eran muy densos, in-llorables. En el horóscopo de este mes dice que tauro es el aliado de leo, que tauro va a proteger a leo este mes. Y me saltó la chispa, algo en alguna fibra muscular hizo cortocircuito: no, no voy a protegerte, no voy a cuidarte. No puedo, no quiero. Y pienso en que quizás no es necesario que decida nada hoy ni mañana ni esta semana, es posible que ni siquiera tenga que decidir este mes. Pero es necesario hacer las paces con el hecho de que, eventualmente, voy a tener que decidir. Quisiera no tener que echarte, pero ¿y si esa era la respuesta? Si yo no decido vos tampoco tenés que decidir, estoy en el limbo de tu susto por aferrarte a algo y poner todas las fichas en un lugar. Por suerte es un limbo que dejó de pesar, porque estoy lejos de definirme por el lugar que ocupo en tu tablero. Pero es un limbo, y existe una posibilidad, cada vez más nítida, de que yo ya no quiera más limbos. Es muy posible que yo no quiera nada o quiera todo, pero no más limbos, no más grises, no más figuras inventadas. Tu limbo podría ser un ancla y, aunque estoy casi segura de que no lo es, tampoco es un par de alas.
Y entonces no sé qué voy a hacer. Puede que siga escribiéndote cartas para despedirme en silencio, mientras me contás algo nuevo que te pone contento y mientras yo me pongo contenta por eso que me contás, pero sin querer ser yo eso que te ponga contento. Porque estoy pero no estoy. Y si voy a estar, quiero estar del todo o no estar nada.
Porque si tengo que elegir entre limbo y canela o proyectos, paella y que me percutan con una sola mano, elijo la opción b. Elijo el largo plazo, elijo que lo divertido y lábil no funciona eternamente y que ya no necesito sólo cosquillas en la panza y que me muevan el piso: quiero que me cocinen y que el piso esté bien firme.